lunes, 5 de noviembre de 2007

Closer

Y yo no quería ir. De puro orgullosa y amurrada, no quería. Y hoy me encontraba allí pegada a esa reja entre mil personas, y entre esas miles, ella a mi lado. Ella que me daba besitos en los brazos, que me hacía casi-casi morir con sus labios en mi cuello y sus mordiscos en mi oreja mientras escuchábamos The killers tranquilamente porque no me sabía las canciones.

Fue un día bkn (cierto?), no importaron los 31 grados que ahora se hacen notar en mi cara que arde, ni el reto de mi padre porque cómo se me ocurre llegar tan tarde un domingo. Y es que todo fue tan exquisito, tenerla a ella como mi polola todo el día, sólo para mi, sin rendirle cuentas a nadie ni ocultarnos de otros, escuchar sus gritos y yo con mis chillidos, que Travis -que triste que los conocí hace poco- tocara justo las canciones que más me gustan, y que hasta el sudor que puede ser lo más horrible del mundo le parezca rico en mi, hizo de este uno de los domingos más ricos que he tenido y el mejor concierto de mi vida.

Alcancé a robarle un beso grande, de esos dignos de despedida, y espero que no pase mucho tiempo para volver a sentir sus labios y su lengua exquisita de esa manera. Con ese beso me voy feliz a tener sueños de chocolate derretido (me encantó tu descubrimiento, preciosa).

'cause all I need is you

domingo, 14 de octubre de 2007

De vuelta

Ya van más de dos meses desde que no he vuelto a escribir: escribir, ni siquiera en mi cuaderno - ahora, mezclado entre todos lo demás-. Y no es precisamente porque no haya pasado mucho en mi vida, es más, creo que cuando más pasan cosas es cuando menos puedo palabrear sobre lo que estoy sintiendo o pensando.

Es el tema de mi vida -el de las palabras-, lo malo que pasó hace un tiempo entre nosotras, lo malo que pasa aún en esta casa, me lleva hasta el colapso y las palabras se revuelven dentro de mi garganta hasta formar un nudo que paraliza mis dedos y mis labios. Pero es cierto, todo eso pierde importancia (pero no del todo) al lado de lo feliz que puedo estar con ella, que por cierto, al intentar decirlo ya no sé por dónde comenzar.

Esa mujer sentada todos los lunes al otro lado de ese incómodo escritorio me reclama que contesto puros no sé a sus preguntas, el problema no es que no sepa, es que no sé decir. Ningún ratón llegó a comer mi lengua (que dicho más feo ese que inventaron). Es que de tanto no decir, ya realmente no sé decir (ahora es cuando pienso que tal vez hasta yo sea mi mejor psicóloga, eso es cruel porque todo se vuelve menos solucionable).

Así que volvamos a intentarlo, a aprender a decir nuevamente (no sé cuando volví atrás, fue mucho antes de dos meses), a poder escribir lo feliz que me siento y lo miserable en algunas pocas ocasiones, a dejar fluir mis dedos sobre el teclado y el lápiz entre ellos. Si lo logro, alguna vez, tal vez, logre deshacer a más de algún elefante.

miércoles, 25 de julio de 2007

No decir

"Paralelamente, el pequeño elefante comenzó a crecer. Al principio muy poco, algo difícilmente perceptible. Después de unos días era más grande que el salero, y comenzaba a notarse....Toda la semana sucedió lo mismo. Comíamos, mirábamos hacia donde estaba el elefante, y luego seguíamos hablando de cualquier cosa, como si no lo hubiésemos visto."
-Andrea Maturana, No decir -

Me senté frente a ella y su voz suave que se extiende hacia a uno como si supiera que cualquier palabra podría herir; cualquier tono más alto, provocar una defensiva; como si intentara a acariciar regalando algún tipo de consuelo. Cuéntame de ti, me dijo, y mientras ordenaba mi historia infantil, familiar y mental, intentando escoger las palabras adecuadas, fueron apareciendo (o despareciendo) los silencios de mi vida.

Y es que son tantos los elefantes que se han instalado en esta casa y en mi vida. Hay uno entre mis sábanas que de apoco a ido disminuyendo de tamaño amenazado a muerte por las palabras y mi promesa. Otro se encuentra en el dormitorio de mis padres, no se si todos lo han visto, quizás lo han hecho, pero yo he visto más en él, más de lo que quise por una casualidad. A éste lo pillé desprevenido un día cualquiera debajo de las mentiras repartidas encima de la mesa y me obligó a guardar silencio, me dijo que aunque todos los vieran, nadie debía conocer su real porte, entonces como por arte de magia se encogió ante los ojos de los demás, pero no de los míos. El tercero aún se encuentra entre la casa de mis abuelos y la mía, éste puede ser uno de los más grandes, y la señorita de la voz suave lo notó y yo también por la cantidad de pañuelos desechables que iban apareciendo entre mis manos. A esté lo han visto mis hermanas y mi madre, aunque todos creen que es una ilusión mía y de mi hermana, dicen que son inventos de nosotras, son rollos, que no existe ningún elefante allí, que no le digamos al papá porque podría asustarse e incluso enojarse por nuestras alucinaciones. Es por esto que es uno de los peores, es por la impotencia de que nadie nos crea, del silencio a medias, el muy descarado se cree con el derecho de amenazarnos si lo revelamos, y lo peor es que lo logra.

Son tantos los elefantes que se comerían a todas las entradas anteriores si los dejo entrar aquí. Son tantos que esta sesión dolió y harto, no importa que esté feliz ahora, eso nunca ha importado cuando se trata de desenvolver silencios en esas consultas. Duele porque aunque sonría hoy y me sienta al fin bien, el pasado se quedó latente. Extraña forma la suya de ser pasado si nunca quedó atrás. Me esperan días de episodios no resueltos, temas nunca hablados, de trabajar para superarlos de una vez por todas. Tengo esperanzas en derrotar siquiera alguno de esos elefantes impertinentes, de poder quitarlo de mis sábanas, de tomarlo entre mis manos y arrancar su arrugada trompa y luego botarlo al papelero, de decirle hasta nunca, no fue un gusto conocerlo, pero un placer haberlo deshecho.

domingo, 22 de julio de 2007

Cambio

Pues bien, el cambio llegó y mejor de lo esperado.

Es difícil capturar las escenas, los detalles exquisitos y las sensaciones en palabras que no suenen trilladas ni hayan sido manoseadas mil veces antes para intentar describir los momentos con ella. Y es que esta vez fue más exquisito, más hermoso, más inolvidable que otras veces, y no hay más palabras que reflejen lo más que fue esta tarde.

Esperé dos semanas y media (no soy una psicópata que cuente los días, no) para verla y aún más días para sentir algo más que su mirada sobre mi, que sus labios fugaces entre los míos en un beso oculto, y un poco menos fugaces y más rico tras las puertas de algún lugar.

Quisiera tener en mis manos las palabras adecuadas (se vuelve imposible) para describir lo que siento al tenerla en mi cama -que luego se siente tan vacía sin ella-, al tomar su rostro delicado entre mis manos y besarla, al tendernos allí horas, y que va a llegar mi hermana, y que no importa, que un ratito más. Las palabras pueden incluso volverse un estorbo al intentar decir lo que siento cuando en un susurro me dice te amo, y cuando debo decir las ganas de retenerla entre mis labios cuando llega la hora de irnos porque ya es tarde.

No podría olvidar el día de ayer aunque no sea capaz de escribirlo, no podría porque desde que cerré los ojos anoche no he pensando en nada más, lo he recreado cien veces en mi mente a falta de palabras; desde el almuerzo que no sé si le gustó porque apenas yo sentía sabores, hasta su beso en espera de la micro que tomé algo mareada, no mucho, pero suficiente para escribir un mail que quizás hubiera pensando demasiado en otro momento.

Ahora espero a que venga nuevamente con la excusa de ver The L Word, como excusa y no creo necesario explicar por qué. Estaremos juntas luego de haber almorzado pasto y al término de esta semana podré decir que han sido las vacaciones invernales más tibias de mi vida, pues nunca en un invierno había sentido tanto calor en mi.

sábado, 14 de julio de 2007

Ida al doctor

Eso fue lo peor que pudo decir. Que no importa, que da igual que no tenga problemas y que esté feliz, que el dolor de colon, la dificultad para respirar, el cansancio al caminar y hasta el dolor a las rodillas, junto a los antecedentes de mi abuela, madre y hermana, no son más que síntomas de depresión endógena.

Fue lo peor que pudo decir porque ni siquiera pensó en cómo me sentiría yo y mi madre a mi lado, no pensó en el dolor que vi en sus ojos temblando por contener las lágrimas, en la culpa que imaginé que debe haber sentido por heredarme esto, en mi tristeza por saber que aunque esté feliz voy a heredar esto a alguien, en las ganas que se me quitan de ser madre algún día y darle dolores físicos y psicológicos - o del alma- a otra persona más.

Me jode, me jode realmente que lo "más probable es que sea genético" y tenga que depender de pastillas para siempre, pastillas que desde que me desmayé por primera vez han estado en mi lista negra, y que peor aún, son probadas en ciento de ratas de laboratorio que mueren cada mes para que personas como yo lleguemos y tomemos una de sus asesinas indirectas. Me jode también que con sus comentarios tire a un rincón todo lo que pienso sobre el cuerpo-mente, sobre el todo unido, de que todo está unido y que si está algo bien, lo está todo.

Fue lo peor que pudo haber dicho, porque aunque dijo que si no tenía depresión anímicamente la trasladaría en síntomas como ahora, me he sentido anímicamente mal todo el día.

Lindo comienzo de vacaciones, espero al cambio.

jueves, 28 de junio de 2007

Feliz, Feliz, Feliz cumpleaños

(cantando!).


No me equivoqué, puedo decir realmente, por primera vez en mucho tiempo, que fue un feliz cumpleaños.
No había estado sin llorar un 28 de junio hace ya demasiado tiempo, tanto, que no recuerdo.
Fue un día hermoso, lleno de tuto, pero tiene sus ventajas por los cariños ricos de mi novia preciosa cuando descanso en sus piernas.
El estudio me llama y el sueño también, luego habrá alguna entrada decente. Por ahora, gracias amor, gracias a ti fue un feliz cumpleaños.
Me haces feliz con tus detalles. Te amo.

Gracias por entregarme (tu) corazón.

domingo, 10 de junio de 2007

hasta ahora

Hasta que llegó junio. Nunca me gustó, hasta ahora, este mes. El frío gélido que se burla de mi cara dormida en las mañanas y el mes de cumpleaños no son una buena mezcla para esta niña que tiene el complejo de ¡que triste, hoy es mi cumpleaños!. Por alguna razón es deprimente ese día, año tras año se repite la historia del encierro en el baño a llorar. Es ridículo, es un día más, pero me da pena. Particularmente los últimos tres cumpleaños fueron los peores de mi vida. Mientras mi familia cantaba el cumpleaños feliz doble, yo contenía mis lágrimas tras el intento falso de una sonrisa.

Nunca me gustó hasta ahora. Este año los esquemas se rompieron. El frío burlesco no alcanza a opacar los días (y noche) hermosas que he tenido hasta el momento. Su presencia adorable en mi vida me llenó de un calor tibio que no se desvanece por nada. El despertar a su lado como siempre soñé fue hermoso y me quedo con el aroma de su piel y la delicadeza de sus labios hasta tenerla nuevamente entre mis brazos.

Quizás este veintiocho llore por algo inherente e inevitable en mi, pero será sin motivos, sin lágrimas ni rencor guardados. Pero algo me dice que tal vez sea distinto, si este mes partió de manera tan maravillosa y inesperada, en que estuve más con ella de lo que creí que estaría, puede que por primera vez, después de mi infancia, sí tenga un feliz cumpleaños.

sábado, 2 de junio de 2007

La cena

De pronto estaba allí y no había salida. Ella me miraba desde abajo con sus ojitos brillantes de miedo y yo, encogida en lo alto sobre un mueble la miraba con nerviosismo, cuidando de que ningún rastro de mí se viera a través de ese hueco en el que estaba, temblando por el esfuerzo de mantener esa postura. Llegaba su familia y comenzaba a sentarse a la mesa, pensaba que cuando se movieran de allí al fin podría salir, pero sin quererlo comenzaba a llegar más gente. De repente, las dos familias estaban reunidas (la suya y la mía), y yo por supuesto, no entendía nada, porque de alguna forma estaba conciente de que no se conocían. No podía bajar de allí porque a la primera que recriminarían sería a ella sentada entre todos, pero tampoco podría mantenerme por mucho tiempo allí.

Desperté, y mi sueño decía:

Come out! Come out!

miércoles, 30 de mayo de 2007

Introspección (a medias)

Una conversación inconclusa, en menos de cinco minutos hace darme cuenta de algo. Sé que si me preguntaran no sabría de qué hablar ni cómo comenzar un tema. Pero sé y siento que necesito hablar.
Tengo un nudo de palabras en mi garganta, y ni ellas saben qué quieren decir.
Eso es todo. Se trata de hablar, no de escribir.
.
.
.
Lo intenté. Hoy, no quiero escribir.
(Extraño inmensamente despertar a su lado y conversar de todo largamente).

jueves, 24 de mayo de 2007

Cómo escribir

Siempre se me ha hecho difícil escribir, expresar en palabras coherentes lo que pienso y siento, ya sea en un papel o de forma virtual. Siempre lo ha sido, y más aún cuando esta tarea se me impone, sobretodo cuando se trata de algo más literario que científico o argumentativo, como se me ha impuesto durante estos dos últimos años. Y es que se me obliga a buscar (y lo más difícil: encontrar) esa creatividad en mí que siento extraviada, a hilar palabras una tras otra y que vayan adquiriendo algún significado, porque eso dicen que es escribir, simplemente dejar que las palabras fluyan una otras otra. Yo no creo que sea tan fácil, al menos no para mí; creo que sólo estoy hecha para leer. Mi hermana dice que escribo bien, yo no le creo mucho, sólo leyó sobre la agradable conversación familiar en la once y le gustó, pero es una de hartas, eso no dice absolutamente nada sobre qué tan bien, o que tan mal escribo.

De todos modos, mis habilidades varían según la forma. Esta vez se trata de una crónica, el problema es que nunca he escrito tal. He pasado por escribir mala (horrible) poesía en época de depresión, y luego algún que otro cuento no de lo mejor. No; algún que otro cuento es exagerar, como máximo han sido tres, seamos sinceras.
Lo gracioso es que toda mi época creativa surgió en un mal periodo, pero las palabras se agotaron, los sentimientos se trillaron y ya no escribía más que lo mismo con otras palabras o cambiando el orden. Pero en ese entonces era mi historia y la de una que otra identidad inventada, en las cuales derramaba historias tan trágicas que inevitablemente terminaban en el suicidio. Ahora, ya no se trata de mí.

Focalizar, sí, partamos por eso, que para eso estás escribiendo, niña. Una crónica debe surgir a partir de mi experiencia, podría tomar como referencia cualquier detalle por mínimo que sea que me haya llamado la atención, y a partir de él, hablar, sólo hablar (bueno, escribir). Ya se complicó todo. No encuentro historias, o quizás las tengo. Sí, tengo que tenerlas, pero no encuentro la manera de contarlas y dejarlas dignas de una crónica leíble, y lo peor; que seduzca al lector.

Son tres días de plazo para buscar en lo más remoto de mi misma la esencia creativa, si es que existe tal, sujetarme a ella, dejar todos mis temores y vergüenzas de ser leída por un profesor/poeta (y en realidad por cualquier persona; esto del blog es todo un desafío para de a poco ir despojándome de tales sentimientos) y sentarme a escribir algo decente.

Ves, no llegaste a nada. Mi máximo logro fue una conclusión que ya tenía pensada y debo comenzar a asumir ahora ya. Definitivamente, aunque me gustaría escribir decentemente (y más crónicas porque realmente me gustan mucho), soy mucho mejor leyendo. Para qué tratar el tema de hablar, ahí sí que saldría más mal parada. Para evitar más frustraciones, terminemos aquí.

sábado, 19 de mayo de 2007

Cumpleaños feliz

Fue graciosa la manera en que la conocí. La había visto varias veces en la facultad, mirándola desde lejos porque tu manera de vestir me llamaba la atención. Se vestía de negro y con falda, aunque ya dejó de hacerlo. La conocí en el bus que me llevaría al carrete más fome que recuerde de mi corta vida universitaria, así que el conocerla fue lo mejor del día.
Y adónde vamos? - pregunta el chofer con cara psicópata
Nos miramos con caras de qué miedo!
A Cartagena - le respondemos
Ah, ya - responde él. Enterándose recién del lugar de destino y asustando a las dos niñas que iban de copiloto.
Sí, fue por la fila eterna de dos horas o algo así (puede que exagere por el aburrimiento) y el chofer que ni siquiera sabía hacia donde debía manejar, que comenzamos a hablar y me sentía realmente cómoda por primera vez al conocer a alguien que se asemejaba un poco a mí. Hace poco me dijo que yo hablaba tan poco que pensaba que me estaba asustando, ahora hablo y me río demasiado a veces, y fuerte, y me retan en clases cuando entre conversaciones para no dormir en el intento, mi voz sobresale un poco de las cuatro. Ella es una de las personas especiales que me ha ayudado, aunque tal vez no lo sepa, a ser yo misma en la universidad, a arrancarme todas mis máscaras que me fueron cubriendo al pasar los meses, y saber que sí puedo ser la persona que estuvo todo este tiempo en mí y que no se atrevía a salir por los prejuicios de los demás. Y es que tanta crítica de las apariencias, de que te ves seria, de que eres enojona, solitaria y blablas como esos, muchas veces terminan por hacernos creer que así somos, y que todo lo que tenemos dentro, ese que queremos ser es otro, un otro-no posible, así como self posibles frustrados.
Ella debe estar acostada en estos momentos, con dolor en su panzita justo en el día de su cumpleaños. Aunque no sea quizás tan feliz, le deseo un feliz cumpleaños dentro de lo posible. Se llama Stephi y es la niña más tierna de la universidad, y agradezco mucho al destino o lo que sea, el haberla conocido. Sé que tal vez no comente, pero estoy segura de que es una fiel lectora.
Te quiero mucho niña, feliz cumpleaños ^^

lunes, 14 de mayo de 2007

She's so lovely

Ese lunes era feriado. Mi hermana mayor se había ofrecido para alojarme si quería ir a bailar a Club Miel, tenía que aprovechar ese lunes, por supuesto. Había quedado en ir con mi amiga Claudia y ella el viernes pasado, pero Claudia me dijo a última hora (como siempre) que no iría. Entonces la llamé y me dijo que no sabía si iría. Mientras, yo esperaba como ñoña a ver si iba o no, porque de ninguna manera iba a tocar el violín -que por lo demás no sé tocar- a mi hermana y su novio. Entonces llamó. Todas las veces que hablé con ella ese día -habrán sido dos- me dio cosa, su voz de no quiero hablarte tampoco ayudaba. Entonces me dijo que sí iba, y yo no quería porque me ponía nerviosa, además apenas la conocía, pero sentía que tenía que ir, y haría el esfuerzo por sociabilizar y hablar decentemente intentando vencer mi monga timidez.
Quedamos de juntarnos en el andén de cierta estación.

Lo que yo no sabía es que antes de llegar a la estación acordada, ella ya estaría en el andén, y menos, que estaría en el mismo mirándome hace media estación. Yo había entrado corriendo con mi hermana, dando especies de saltitos como siempre, y me había apoyado en las puertas pensando en que me tendría que bajar en el andén siguiente. Pero cuando íbamos llegando miré el reflejo de mí en la puerta del frente. Ví a alguien con el cuello ladeado que me miraba -quién es- hasta que me di vuelta y la ví. Me sentí la niña más tonta del mundo al verla y darme cuenta que era ella, al ver sus ojos que brillaban y la hacían ver más linda aún. Entonces, lo más probable es que me haya puesto roja e intenté hablar. Ella me hablaba de comer madera y me preguntaba sobre alguna anécdota, yo no decía nada -para variar- aunque le conté de mi cuasi accidente en una escalera de Providencia.

Después de hacer un rato fila en Club Miel me acompañó a casa de mi hermana a arreglarme, luego con mi hermana y su novio tomamos cerveza, mientras le reclamaba ingenuamente sobre mi falda fucsia a tablas que se rompía. Caminamos hacia el Miel, de a poco me iba desinhibiendo gracias al paso de los minutos, y por qué no, de la cerveza. Entonces accidentalmente la chocaba y después, ya no de forma accidental, era para acercarme a ella que yo tenía malo el oído medio, pero ella no lo sabía.

Hicimos fila y ella tenía puesta mi bufanda fucsia que yo patudamente le había puesto. En eso apareció un gay que estaba al igual que casi lo hago yo, tocando el violín. Empezamos a conversar entre todos hasta que salió el tema de lo típico de una conversación de fila en una disco gay o casigay. Mi respuesta fue lesbiana, ya odio a los hombres. En realidad siempre me gustaron las mujeres más que los hombres, era motivo frecuente de pelea con mi expareja, y ahora más que nunca estaba decidida sobre mi lesbianismo. Cuando le pregunté a ella, me dijo que era algo que había estado pensando hace cuatro años y ni ella sabía bien. Entonces reí o sonreí. Bueno, sí, lo admito: me alegré.

Ese gay hizo algo así como un cupido; ustedes hacen linda pareja. Nosotras nos miramos y dijimos que sólo éramos conocidas o amigas. Y bueno, el simpático gay tenía toda la razón.

Ya dentro del Miel, entre roces de manos, mis ganas de besarla y mi impedimento por mi timidez e inseguridad, que no sabía si realmente yo le gustaba, llegó el minuto que jamás voy a olvidar. Tomó mi rostro entre sus manos y me dio el beso más rico del mundo -luego han venido mucho más, sí-. Yo reaccioné torpemente con una frase que tampoco olvidaré y con risas mongas de nerviosismo. Y es que me sentía como entre sueños, realizando algo que había soñado despierta durante toda la noche en esa fiesta. No lo creía en mí. Tampoco lo creía demasiado hasta que me desperté y vi su cara preciosa mirándome; yo toda desastrosa después de dormir en un sillón, con cara de mañana y carrete a más no poder. Pero ella estaba ahí hermosa con sus ojos adorables.´

Su bufanda se quedó en la silla del comedor, se quedó su perfume en ella que estuve oliendo casi por adicción durante todo el día, hasta que ya no lo sentí más. Con su bufanda se quedó todo en mí de ella, se quedaron sus labios en los míos, sus manos entre las mías y su cintura bajo mis manos al ritmo de la música. Se quedó en mi una sensación exquisita que no olvidaré y que mientras escribo me hace temblar de escalofríos, llenándome de deseos de ir corriendo y besarla como esa vez (aunque no tan torpemente, claro).

Ese día le conté a mi hermana, y hasta que no lo dije, me di cuenta de que realmente había quedado como estúpida por ella, con una sonrisa que no desapareció de mi rostro durante todo el día soñando despierta, recordando y repasando cada minuto que me había llevado a ella, tal como lo hago ahora.

Ese día era lunes, al igual que hoy, en que cumplimos nueve meses desde ese primer beso. Y al igual que esa noche, sigo sintiéndome temblar entre sus labios, me siguen encantando sus ojos que no puedo dejar de mirar cuando ella no se da cuenta, me envuelve su aroma dulce y su voz exquisita, más aún cuando me dice te amo.

Mañana son ocho meses de pololeo con mi amor, y esa es otra historia.

domingo, 13 de mayo de 2007

En fin

Tal vez fue la rabia, la impotencia o el sentir que lo que había dicho en ese momento era una indirecta para mí, que en todo caso, sólo yo habría notado. Quizás fue la mezcla de todo lo anterior lo que me hizo enrojecer ante aquel comentario.
No, es más claro aún, me vi en un escenario hablando sola en frente de un auditorio gigante y serio que esperaba mi término para criticarme y decirme cuán mal lo había hecho. Me vi en frente de esas miradas que esperan el error para juzgar, me vi roja ante la situación.

Tomábamos once, comiendo rico (y mucho) en casa de mi abuela. En la mesa mi familia y yo, hablábamos del cambio de colegio de mis primas. Repasando las posibles opciones de los siempre mal ponderados colegios de mi comuna, aparece entre ellas el nombre de un colegio x:

-No, ese sí que no me gusta - dice mi tía. Entonces pienso; no puede decir que el colegio es flayte, con qué moral si los "tele" suelen decorar sus frases, y aún más los garabatos -con los cuales no tengo nada en contra, pero en la mesa y en casa de abuela no son bien recibidos, menos aún adquiridos por sus hijas de doce años- .
-¿Por qué?- pregunto ingenuamente, sin esperar ni remotamente la repuesta.
-Porque me han hablado de ese colegio y dicen que hay mucho gay.

Chann!!!! (imagínese a la que escribe con cara de wtf, subiendo el color al rostro).
Entonces las miradas cómplices de las dos gay de la familia -la linda familia que pretende tener la moral hasta el cuello como para juzgar de esa manera- se miran y piensan entonces; ok, veamos. Y vienen las preguntas, que no piensen mal, si estudiamos psicología algo sabemos del tema, y no sólo por opciones y opiniones personales. Vienen las preguntas que hacen caer en contradicciones de los que tieran piedras y esconden la mano, vienen las preguntas que hacen enrojecerme por la mezcla aquella de sentimientos. Que prejuiciosa, tía; no puedes pensar así (téngase en cuenta que es profesora), ¿se supone que es malo? ¿Que no es un prejuicio? ¿Y qué es entonces?, ¿qué está de moda? Bueno, pero la homosexualidad no es contagiosa. Ah, ¿piensa que es triste tener hijas lesbianas porque no son felices? Pero si la gente que piensa eso es justamente la que no los deja ser felices, ¿que sus hija podrían serlo en ese colegio? Si sabe que no es contagiosa, entonces ¿por qué?. Listo, se acaba el tema, no tiene respuestas fundamentadas, no tiene ni siquiera claridad de lo que dice.

Lo que sí yo tengo claro es que, sin ellos saberlo soy prejuzgada y discriminada en mi propia familia, y que la ignorancia abunda en todas partes. De todos modos, la situación no pasó más allá de enrojecerme, se cambió el tema rápidamente y todos moralmente felices nuevamente.
Aproveché de robar fotos de mi infancia (que escanearé para luego devolver). Me encanta ver fotos y encontrar en cada álbum una foto que no había visto antes, o que al menos no recordaba. Verme en más de tres fotos con dos años nadando en zapatos gigantes (hasta ahora son gigantes para mí) es gracioso, y me dejo llevar por la ternura y nostalgia de esa edad. La nostalgia de los vestidos claros y zapatos de charol, de mi antigua casa y su olor a madera recién encerada, de mi abuela en pie y la ausencia perversa de mi abuelo, de dos niñas con melena oscura que dormían de la mano, porque algo nos uniría siempre, algo más que simplemente el hecho de haber nacido juntas. Es esa unión de miradas cómplices que saben y ven más allá, mucho más.

sábado, 5 de mayo de 2007

Recorridos

Si hay algo que me desagrade al acumularse una tras otra; las mañanas, las tardes, las noches, los días, es la rutina. Es por eso quizás que cambié el recorrido que me llevaba desde la salida de estación Los Héroes hasta mi facultad, por la estación Toesca hasta ella. Al principio surgió sólo para probar cuán cerca quedaba, y así ahorrarme tiempo cuando me atraso, cosa que ahora me pasa más seguido. Y en realidad, no es mucho el tiempo. Pero sigo haciendo el recorrido, y no es el mismo, ese es el punto. Desespera (me desespera) hacer lo mismo todos los días, si hay algo, aunque sea pequeño que pueda cambiar, aunque sea un paisaje por 7 minutos; bienvenido sea éste.
Son cuatro las opciones. Intento intercambiarlas al pasar los días; nunca tres seguidas, nunca todas distintos (luego el jueves sería el mismo recorrido del lunes, y crearía así una nueva rutina). Aunque parezca demasiado simple y digno de un ahogo en un vaso de agua (lo que no es), me alivia un poco en medio de mi sueño matutino. Eso de abrir los ojos, apagar el celular, bañarme, secar mi pelo (que ya es bastante), vestirme, preparar mi desayuno, comerlo en el auto, hacer hora en el consultorio de mi hermana para no morir afixiada en el metro, y luego salir de él, ya es demasiado como para encima repetir cada día el mismo trayecto, y ver al mismo obrero que se para en la esquina a tirar malos piropos, al mismo señor que barre esa vereda de Vergara, y a la misma señora que impregna la calle con ese olor a aceite refrito de las sopaipillas. Y es que no son ellos los que me molestan, es siempre ellos.
El árbol de flores moradas de Vergara con Alameda ya no está por la llegada el otoño, una razón más para olvidarme del antiguo trayecto, y el encuentro en el metro con personas no deseadas también es una. En fin, cambiar el trayecto es agradable, y con él, las caras que veo cada mañana. El problema va a reaparecer cuando tiempo después, ya los trayectos estén tan conocidos que ninguno (de los cuatro) sea nuevo.

martes, 1 de mayo de 2007

El sueño del Caracol




Cortometraje hermoso ToT (y si quieren: mamón).

Se agradece a mi hermana que nunca va a ver esto, que me lo mandó.

Y la polilla siempre estuvo ahí.

domingo, 29 de abril de 2007

Sola en casa

No me gusta estar sola en casa de noche. Que mis hermanas salgan y yo me quede aquí sin hacer nada (nada, porque no he hecho más que mirar un buen rato a la pantalla vacía del pc), ya es bastante deprimente como para que encima me lo recuerden a cada minuto antes de salir.
“Pucha, no vas a hacer nada? Pero no se, invita a alguien para que no te quedes sola”. Como si tuviera a alguien a quien invitar. Peor es cuando mi gemela intenta ser amable por compasión y me invita a unos de sus carretes en que no conozco a nadie, y sabe que me sentiría más incómoda que acá.
Luego viene la peor pregunta que se le podría ocurrir conociendo bien las circunstancias: ¿y no viene ella? Hundiendo su dedo justo en la yaga, justo en la parte que me hace sentir más sola cuando no tengo con quien estar.

Me carga, porque podría no haberme sentido tan mal, pero con sus frases ponen una connotación negativa insoportable al quedarse sola, que hizo aumentar esta situación. Y ahora estoy acá sintiéndome deprimida como todos los días de mi vida en que me he quedado así, sola en la casa a excepción de mi gata que anda dando vueltas por ahí.

No es puro y simple amurramiento porque no tenga qué hacer. De hecho tengo muchas cosas que hacer que por desgano dejé de lado. No, no es simple amurramiento; me siento mal.

Oigo amenazante cada crujido de un mueble y cada golpe de mi gata jugando con un pinche en la escalera me alarma. De pronto siento como si fantasmas de años anteriores volvieran sin invitación para hacerme sentir lo que antes sentía, cuando me aprovechaba de la soledad para dañarme a mí misma.

A medida que escribo me doy cuenta de que quizás es eso. Quizás el estar sola de noche lo relaciono inconscientemente y de inmediato con esos años de cigarrillos nocturnos y manchas en la alfombra, el lavamanos o las sábanas de mi cama. La soledad en la noche, en esta casa y no otra, está estigmatizada por el pasado que no puedo borrar aunque borrara por fin mis cicatrices.

De todas formas sé que por suerte es algo pasajero, que mañana o en un rato, tal vez me olvide de esta sensación y hasta sienta la necesidad de borrar esta entrada por haber dicho tanto (y a la vez nada, lo sé).

Sábado 28, 22.30 hrs.

sábado, 21 de abril de 2007

Abrazos de andén

Me habría quedado entre sus brazos toda la noche sin importar la gente que se amontonaba a nuestro alrededor en el andén de su estación. Me habría quedado de pie en su abrazo sin sentir el cansancio de mis pies ni el pasar fugaz de los minutos. Me habría quedado escuchando el pausado latir de su corazón en mi rostro, respirando su perfume dulce en mis ojos, y descansando ya tranquila pegada a su pecho, sintiendo el calor de su cuerpo que traspasaba su ropa inundándome y calmando mi angustia repentina, aparentemente, sin razón de ser.
Me quedé en la ilusión de esfumarnos y encontrarme entre sus brazos sobre su cama, sólo estando, sólo siendo las dos y nada más. Me quedé con sus labios en mi mejilla y un te amo que se prolonga a cada minuto de su recuerdo en mí.

miércoles, 18 de abril de 2007

Quiero

Tenerla entre mis brazos y saberme en los suyos. Darle mil besitos no imaginarios de buenas noches para llevarme lejos sus sueños horribles que nada tienen que ver con deseos reprimidos. Sentir como su respiración se va calmando y verla sumida en sueños de algodón.

Lo demás, está de más decirlo.

domingo, 15 de abril de 2007

Y siete


Pocas veces puedo verla un 15. Hoy fue uno de esos 15 que maravillosamente coinciden con días en que sí nos podemos encontrar, aunque no sea a solas ni pueda besarla como tanto quiero cada vez que está a mi lado.

Me besa de pronto y así puedo sentir sus labios exquisitos en los míos en medio de un auditorio lleno, y simplemente me hace vibrar de pies a cabeza (en otras palabras, me pone estúpida). Sus dedos jugan en mis manos y quiero que mágicamente desaparezca toda la gente alrededor, y por un minuto estar a solas con ella, las dos y nadie más, como sueño desde la última vez en que nadie más invadía nuestro espacio.

La amo más que a nada en el mundo, y ya son siete meses desde que rompió su sólo salgo con personas y es oficialmente mi polola. Siete meses en que a pesar de haber pasado volando, siento como si la conociera desde todas mis vidas, y me he entregado completamente y puedo saber con certeza que me ama tal cual soy, porque nadie me conoce mejor que ella (sí, es cierto) y me puede hacer feliz con sólo sonreir.
(Y esa foto me encanta porque es la única de ella y yo).

domingo, 8 de abril de 2007

So happy together

"I think you know immediately. You know, as soon as your eyes...Then everything that happens from then on, just proves...that you had been right in that first moment. When you suddenly realized you had been incomplete and now you are whole".
(Luce, Imagine me & You)


Cuando vi por primera vez esta película con ella, hablamos sobre aquello. Pero sinceramente no podía opinar bien por lo rápido de los subtítulos o que se yo, la cuestión es que no había alcanzado a entenderlo completamente.
Ahora sé que estoy de acuerdo, y puedo decir que sí creo en el amor a primera vista (que cursi que suena!) o al menos, en que de alguna u otra forma a primera vista se puede llegar a sentir que sí, que esa es la persona que te hará feliz y de la cual te puedes llegar a enamorar.
La primera vez que la vi realmente (a ella) gracias al cumpleaños de un amigo, sentí algo que nunca había sentido a pesar de creer haber estado enamorada antes. Y es que cuando la miraba y veía el brillo de sus ojos, y escuchaba sus palabras mientras le metía conversa de nada interesante (finjiendo no recordarla bien, cosa que por suerte resultó), sentí que algo me uniría a ella de alguna forma, que estaría con ella en algún momento, aunque me pareciera de lo más imposible, y aunque nadie de los allí presentes supiera que no era heterosexual, salvo yo, que me di cuenta de inmediato (amado superradar). Lo supe con más certeza aún cuando de aburrida visitando fotologs encontré el suyo y vi su foto, y mil mariposas (sí, la culpa es de las mariposas y sus polvitos gay!) revolotearon en mi estómago y de pronto mis mejillas estaban coloradas y mi corazón latía extrañamente acelerado. Sí! estaba latiendo nuevamente, ya casi me había olvidado de que lo hacía en esos tiempos. Demonios! -pensé- qué me está pasando?! si apenas la vi una noche. Y la agregué patudamente a msn aunque no supiera de qué hablarle, sentía que tenía que hacerlo. Pero tiempo después la volví a ver, y grata sorpresa; no estaba equivocada. Caí recién en la cuenta que desde el primer momento lo supe por dentro, y con su beso y mi respuesta torpe comencé a sentirme viva de verdad. Me hace sentir completa, me hizo ver que todo lo malo por lo que pasé tenía un sentido, que todos los caminos dolorosos eran sólo para llevarme a ella y hacerme sentir ahora que realmente puedo ser feliz con sentirla, con besarla, con tocarla, sin importar nada más en ese momento.
Ella dice que no le gustó esta película, pero a mi sí, me hace recordar cómo me sentí en ese momento y me siento feliz de no haber perdido este sentimiento, y que, más aún, siento que cada vez que la veo me enamoro más de ella. Por otra parte, nunca en estas historias cae mal un final feliz.

sábado, 7 de abril de 2007

No me puedo mover

Las alucinaciones volvieron, pero esta vez no me morí de susto. A eso de las 5 de la mañana (sí! me acosté tarde al igual que una niña hermosa porque el sólo hecho de dejar de chatear aunque apenas hablemos, ya me hace sentirla más lejos >.<) me duermo y comienza. Un ruido invade mi cabeza, de pronto se hace más fuerte hasta lo insoportable. Se mezclan voces sin sentido, zumbidos crecientes y no puedo hacer más que pestañear, y el límite entre realidad/sueño se hace más confuso. Al tiempo que el ruido ya se hace intolerable y siento que mi cabeza en cualquier momento explota, siento que comienzo a elevarme y al mismo tiempo hundirme en mi cama.
Pero no morí de susto, sólo porque entre tanto alboroto en mi cabeza recreaba su carita hermosa e intentaba mantenerla para no ver nada feo. Hasta que apareció algo saltando cerca de mi cama y bueno, sí, me dio miedo y harto. De todos modos ya no es tan terrible, nada se compara a la primera vez que tuve esto hace cuatro años atrás, en que producto de mi estado depresivo (creo), lo que escuchaba y veía no era de lo más lindo. Un rostro gritando y risas de esos payasos diabólicos de películas malas se colaban en mi cabeza. No, eso sí que era de lo peor. Entre parálisis y parálisis logré dormir. Pero tanto malestar tuvo su recompenza. Sus besitos imaginarios en la noche llegaron hasta mis sueños y desperté recordándola conmigo. Lo triste es que esté Pechan (mi cojín apretable, muy apretable), y no ella a mi lado para abrazarla.

jueves, 5 de abril de 2007

Plan maléfico del reloj

Resulta que en vez de despertarme a las 20 hrs. como tenía planeado, para luego poder leer y así intentar estudiar, me acabo de despertar hace apenas 30 minutos, es decir, a las 22.20 hrs. El reloj se ha unido a un plan maléfico contra mí que mágicamente me impidió cumplir con mi super itinerario de hoy, que bueno, de alguna manera durante toda la semana lo he pasado a llevar. Tal vez, ni siquiera fue culpa del reloj/celular, sino que fue el efecto de sus abrazos que me hicieron dormir hoy (no es un reclamo!). Claro, la linda reclamando que ojalá pueda dormida, que es la idea, y resulta que me quedo muy dormida. Eso de estudiar en la semana para descansar este fin de semana, no pasó más allá de ser una linda idea en mi cabeza.
Por otra parte, sigamos rompiendo las reglas de estudiar concentradamente. Y es que no podría dejar pasar esta, sé que siempre termino dejando para dos semanas más las películas que me presten, aunque adoro ver películas, pero es parte de mi yo flojo también. Pero no! esta vez no pasará eso, y es que tengo Lolita en mis manos. Hoy en la biblioteca (que hoy amo) de mi universidad la encontré entre muchas, y tristemente nadie compartía mi emoción. Creo que soy la única que se pervertía cuando chica viéndola a medias censurada por televisión nacional (que ya dieran Lolita era mucho xd). Lo gracioso, es que ahora me reparo en mi fascinación que me provocaba ella años atrás, y nunca me había dado cuenta que no era lo común entre todas las niñas. Espero que ahora, años después, no la encuentre mala, pero tengo esperanzas en el director.
Ahora, pretendo terminar un libro. Pero dejémoslo en pretendo. Mi conclusión obvia del día es que, quiéralo o no, no sirvo para itinerarios (quizás debería ordenar mi pieza según vi por ahí).

lunes, 2 de abril de 2007

Oh, no mamá

Días atrás en el auto, el mismo donde han ocurrido las conversaciones/discusiones más incómodas entre ella y yo, mi madre me hace una pregunta que me desconcierta por lo extraño que me parece. Y es que la sola idea me parece tan ajena que casi había olvidado aquella particularidad de mi pasado oscuro. ¿Y a ti, no te gusta ningún niño? (No mamá, cómo se te ocurre si me gustan las niñas, y no las, sino una que me tiene soñando gran parte del día). Pero tengo que sacar mi parte olvidada del cajón de los malos recuerdos y responder como una buena niña heterosexual traumada por desiluciones amorosas. Y no faltan excusas; que no, que ojalá no me guste nadie por harto tiempo, que ya sabes, no quiero pasar por lo mismo, estoy bien así. Y ella se queda satisfecha pensando quizás qué cosas de su pobre hija traumada e infeliz que está sola. O tal vez no, tal vez queda en su cabeza macerando la idea de que quizás realmente su hija se ha perdido y siente atracción por las niñas (no! que no es lesbiana!), porque es raro que tenga tanto amigo gay y que siempre ande defendiendo sus derechos, pero no puede ser, porque sus hijas son niñitas normales y sanas, y qué ha hecho para merecer esto.
Lo que no sabe, o más bien, lo que no quiere saber, es que su hija está enamorada hasta las patas de una niña. Sí, hasta las patas, porque cada detalle de ella la tiene como ñoña por la vida. No quiere saber que por eso precisamente hace un poco más de siete meses que se ve feliz, un poco más radiante, sonrié más, y no anda por la vida como un trapito olvidado en el mueble del rincón. No quiere, quizá qué excusas se repite una y otra vez; yo intento imaginarlas, porque conociéndome bien, se que nada me podría hacer feliz como lo hace ella, que me rescata de mis días semimoribundos hormonales, que empuja su cuerpo contra mi porque se cae dejándome respirar su aroma aprovechando su cuello cerca de mi rostro, que aparta de mi esa mochila pesada de mil demonios y me toma en sus brazos en pleno andén del metro, que pone una sonrisa en mi rostro a esas horas inéditas en que a nadie se le ocurriría sonreir esperando a una micro que se llena para luego darse a la fuga y tener que esperar otra para sí poder subir.
No quiere saber que ella me hace inmensamente feliz.

Comenzando

Hace unos (varios) minutos me encuentro mirando la entrada en blanco pensando en qué escribir ahora que he creado "esto". Y es que siempre que tengo la posibilidad de escribir libremente, mágicamente, las palabras libres se arrancan de mi mente. Y antes, la terea más difícil -el buscarle un título disponible- ya me había atrofiado un poco el blabla.
Tanto leer blogs ajenos desató mis ganas, como hace tiempo, de escribir. Lo había dado por desechado por no dejar de lado mi cuaderno tipo diario, pero en vista de mi mano que está cada vez peor, lo reconsideré :B
Y aunque lo más posible es que nadie lea esto, me gusta la idea, y al menos servirá como reemplazo de mi letra a mano que cada vez es un poco menos decente. Sin censuras ridículas, sin anónimos, esta soy yo, una Ladybug, también (mejor) llamada mariquita x)

Ahora, a organizar esto :)