martes, 22 de abril de 2008

¿Democracia?

Hoy por primera vez (ya, a lo más segunda, aunque no recuerdo) me sentí orgullosa de la gente de Chile -decir orgullosa de Chile, es demasiado-. Me alegré de que 15.000 personas reaccionaran al fin por reclamar su derecho a vivir su sexualidad libremente y a protestar por las horribles consecuencias que traería la prohibición de esas inofensivas dos pastillas, y más aún, por la pseudodemocracia en que vivimos, donde un par de (agregue aquí el insulto) deciden por millones.

Fue mi primera marcha dentro de la mayoría, porque animalistas y gays que efectivamente protestan por sus derechos y por su orgullo, somos pocos. Y entre esa inmensa mayoría que no tenía fin desde donde yo estaba, me encantó ver a niños, hombres, organizaciones unidas por una misma causa, y sobre todo, me encantó ver a una señora de unos 70 años gritando entre la multitud.

Pensé que no iba a llegar después de tener un día del demonio, con mi útero que amenazaba con explotar en dolor por tres horas, y un retraso de 2o minutos a una reunión. Casi me doy por vencida, pero luego de tres analgésicos y varios minutos la cosa fue mejorando.

Que lo vengan a ver,
que lo vengan a ver
Esto no es democracia,
es dictadura del Opus Dei!

sábado, 12 de abril de 2008

Oh, dios mío

Dos horas y media para redactar un resumen de un artículo de 30 pagínas es realmente demasiado. La dejé en la puerta después de un beso de despedida que resumió los besos de una noche, y recolecté todos los textos esparcidos, me senté en el escritorio y comencé. Es cierto que entre tanto recorría sus rincones en mi mente. Pero no, no puede ser sólo eso. Dos meses y medio me hicieron perder el training, y dios mío, lo necesito de vuelta.

Mis dedos teclean cansados ahora de tanto cargar ese lápiz que por mala suerte no es negro, sino gris (como detesto cuando escriben gris), y escriben con la mitad del esmalte rubí que queda, que entre tanto y tanto, me fui sacando de a poco de puro ansiosa y aburrida.
A eso, debo agregar que, siendo las 16.18 hrs, aún no he pasado bajo el agua, y no he almorzado porque en todo ese rato simplemente olvidé a mi estómago.

Sería maravilloso que en una hora todos los resumenes que faltan estuvieran listo, y que el día pase rápido para encontrarme bailando con ella, y saltarme toda esta lata y cansancio que es un día de resúmenes.

Es hora de continuar.

jueves, 10 de abril de 2008

Un día más

Me gusta la idea de que con ella hago cosas que jamás haría, porque simplemente no se me ocurren o llaman la atención. Esta vez me encontré en el Patio de los Naranjos a su lado. No creí que realmente quería entrar, y después de que nos diera vergüenza decidimos entrar. Nos recibió una carabinera que no quiso revisar mi mochila porque estaba tan cuidadosamente ordenada que le dió pena desarmarla. Era gracioso para mi estar allí, ella, la anti-patria en la Moneda. Pero resultó lindo, aunque la gran novedad era que Oh! habían muchos naranjos. Y una pileta que no me convenció de tirar una moneda, más bien me recordó a mis deseos ocultos de niñez de sumergirme en una y sacar cada una de las monedas de peso, cinco y diez pesos.

Me gusta también sentarnos en una banca, comiendo galletas que reparten migas hasta en mi nariz, y ver a los perros vagos de la Plaza de la Constitución jugar entre ellos, y ehrm, algún que otro intento fallido de otras cosas.

Me gusta sentir que, aunque tenga que esperar tres metros en Vicente Valdés para poder llegar a mi casa, no se me frunza el ceño, ni se amargue mi boca ni maldiga por dentro. Me gusta estar entre esas personas y sentirme contenta a pesar de todo. Y luego, cinco estaciones más allá, esperar una micro que cierra sus puertas en mis narices porque no cabe ni un pié más, y tener la suerte de que inmediatamente pase otra. Se siente bien poner mis audífonos y escuchar la voz del tipo que canta como gay de Dream Theater y sentirme cansada pero bien al fin.

Y para terminar, me encanta que al llegar y abrir menssenger, lo primero que vea sea su mensaje de buenas noches, diciéndome mil cosas lindas que hacen brillar mis ojitos e imaginarla en frente y así poder abrazarla y darle mil besitos más de los que pude robarle hoy. Sí señorita/s, soy toda una mamona, pero una mamona feliz.