viernes, 17 de abril de 2009

El cuaderno de Claudia

Lo vi tirado encima del escritorio. Lo tomé y lo eché a la mochila. Comencé a leerlo en el metro hace dos días y ya lo termine.

Leí el Cuaderno de Mayra hace siete años. Muchos pueden odiar ese libro, a otros debe darles lo mismo, pero a mi algo me pasó. Me pasó entonces -en primero medio-, y hoy, mucho tiempo después; algo se removió en mí. Es cierto, todo lo malo –eso malo- quedó atrás, la piedra de la locura ya fue extraída de lo más profundo de mi alma, cabeza, cuerpo, de mi entera, gracias a vómitos de llantos y mareos, de estallidos de risas y de llantos, de somnolencias, de sertralina y dagotil. Sin embargo se remueve algo en mi, es acordarme de esos días y esas noches, de las palabras de Mayra que me llegaban como cuchillos porque eran mis palabras. Las cosas que lees- me dice Álvaro cuando me ve leyendo y ríe. Pero es algo me lleva a releer esas escenas, quería probarme a mi misma tal vez, ser capaz de mirar hacia dentro y concluir cuanto de esas palabras aún me siguen abriendo las heridas como el punzón. Y así, después de todo, me doy cuenta que ya puedo tomar distancia de las palabras, de aceptar el dolor como pasado, de asumirlo y asumirme como una nueva mujer, que se fue forjando en todos estos años de cura, que pucha que costó, que aun hay heridas que no quedaron bien cerradas pero que son caso aparte. Me alegro tanto de no haberme rendido, y es que quedaban tantas cosas lindas por vivir, quedan sueños, alegrías, besos, abrazos, sonrisas y más, que ahora no dejaría por nada.